Recensión
a: Frenos y contrapesos del poder.
El ejemplo de 200 años de la Constitución americana,
El ejemplo de 200 años de la Constitución americana,
de Fred Friendly y J. H.
Elliot, 1987
(Barcelona, Tesys y Bosch)
(Barcelona, Tesys y Bosch)
La
longevidad de la Constitución americana es difícilmente comprensible para todos
aquellos que vivimos sumidos en sistemas de constantes cambios constitucionales.
Todo lo que sobre ella nos diga el especialista acerca de su origen, vigencia CI
contenido no explicará nunca tan claramente su configuración actual como conociendo,
paso a paso, las diferentes etapas por las que ha atravesado su evolución hasta
el actual estado de cosas.
Y
esto es precisamente lo que se hace en este libro: ir mostrando, a través del relato
periodístico, pero no por eso menos detallado, documentado y preciso, las
circunstancias de cada uno de los casos fallados
por el Tribunal Supremo americano y que han ido modelando “el ejemplo de 200
años de la Constitución americana”, como señala su titulo.
En
cuanto a sus autores, por lo señalado, ellos no son juristas: Friendly es un conocido
periodista norteamericano; ha sido presidente de los informativos de la cadena
CBS, miembro de la Ford Fundation y profesor de la cátedra Murrow de Periodismo
de la Universidad de Columbia. Elliot es productora de televisión e instructora
en la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia.
A
través de este libro se pretende mostrar cómo funciona ese delicado equilibrio entre
los derechos de la persona y los de la sociedad, y cómo se ha ido adaptando la
Constitución norteamericana a los tiempos cambiantes, y las causas que han
hecho de la Constitución un “documento vivo”. La Constitución norteamericana se
firmó el 17 de septiembre de 1787; desde entonces, y luego de la famosa
Declaración de Derechos, 16 enmiendas la han actualizado, tratando de los temas
de la esclavitud sufragio femenino, temperancia, impuestos sobre la renta y
sucesión presidencial. Como señalan los autores, y no sin razón, “resulta ser
que la versión de 1787 de la Constitución fue sólo el primer borrador de lo que
ahora llamamos la ley suprema”.
Leer
este libro es hacer un recorrido de las diferentes causas (con todos sus detalles
y con la cita oportuna de toda la documentación pertinente) a través de las
cuales los magistrados del Tribunal supremo norteamericano (entre los que los
hay célebres, como el juez John Marshall, y otros que se dan cita en estas páginas)
han logrado, efectivamente, que éste no sea un prolijo códice jurídico (o una
mera “norma“, como se le insiste en llamar a veces) sino un “documento humano”;
o, como escribió el juez Marshall aquí citado, “la Constitución ha sido
prevista para perdurar por los siglos (…) por lo que debe adaptarse a las
diversas crisis de los asuntos humanos”, ¡cuán lejos nosotros estamos de todo
esto!.
Quienes
deseen conocer el itinerario de esta Constitución ejemplar, aquí lo encontrarán
en un ameno relato periodístico. Acertadamente, se ofrece también su texto
íntegro con todas sus enmiendas, en un apéndice.
[En: Revista Chilena de Derecho, Vol. 16, Nº
3 (Santiago, Pontifícia Universidad Católica de Chile), pp. 847-848, 1989]