William Shakespeare
El Mercader de Venecia
Textos escogidos por Alejandro Vergara Blanco
Venecia. Una plaza pública. Shylock [acreedor] y Antonio [deudor]
Shylock: Tres mil ducados y
tres meses. Y Antonio como garantía. (…) Venid conmigo donde un notario, y
firmemos allí con vuestra sola garantía, como si fuera un juego, que, si en el
día y lugar estipulados, no llegáis a pagarme la suma o sumas tal y como se dice
en el contrato, la pena exactamente habrá de consistir en una libra de vuestra noble
carne, que deberá cortarse y ser tomada de la parte de vuestro cuerpo que yo
escoja. (…)
Antonio: Está bien, firmaré el
contrato. (…)
Shylock: Entonces, encontraos
conmigo donde el notario.
[Antonio sufre
desgracias que le impedirán pagar]
Shylock: Quiero que se cumpla
el contrato. (…) El Dux me hará justicia.
Antonio: El Dux no puede
impedir el curso de las leyes que son la garantía que tiene el extranjero con
nosotros en Venecia. Si lo hiciera, sería impedir el cumplimiento de la
justicia. (…)
Una Corte de justicia. El Dux de Venecia [Juez]; oficiales de la Corte.
Dux: Que comparezca el [acreedor] ante
el Tribunal.
Shylock: Vuestra Alteza ya
conoce mis intenciones: obtener el cumplimiento y la multa estipulada en mi
contrato. (…) Si me negáis el cumplimiento del contrato, ¡vengüenza sobre
vuestras leyes! ¡Ya no se cumplen las leyes de Venecia! Espero justicia.
[Porcia disfrazada
in forma viri et vestimenti pretiosis induta, entra al Tribunal, presentada por el
Secretario como «un joven letrado (abogado) de Roma»]
Dux: ¿Estáis enterado del pleito que
ha de fallar esta corte?
Porcia: Estoy perfectamente
enterado del litigio. (…) El pagaré ha vencido sin ser pagado, y según las
estipulaciones consignadas en el contrato, el [acreedor] puede legalmente
reclamar una libra de carne que tiene derecho a cortar lo más cerca posible del
corazón de ese mercader.
Shylock: Exijo el cumplimiento
del contrato.
Porcia: El designio y la
finalidad de la ley tienen estrecha relación con la pena que aparece aquí
establecida en el contrato. (…) Entonces, ten listo un cirujano.
Shylock: ¿Está eso estipulado
en el contrato?
Porcia: No lo está
expresamente, pero, ¿qué importa? Por caridad debieras hacerlo. (…) Una libra de carne de ese mercader es
tuya. (…) Y debes cortar la carne de su pecho: la ley te lo permite y el
Tribunal lo autoriza.
Shylock: ¡Recto juez! ¡Oh,
sabio juez! ¡Esa es una sentencia!
Porcia: Espera un poco, hay
algo más. El contrato no te concede ni una sola gota de sangre. Las palabras
precisas son: “una libra de carne”.
De acuerdo a tu contrato, toma, pues, la libra de carne, pero si al cortarla
derramaras una gota de sangre […], tus tierras y tus bienes quedarán, según las
leyes de Venecia, confiscados.
Shylock: ¿Dice eso la ley?
Porcia: Ved el texto vos mismo. (…) Pero, se hará
plena justicia. Sólo se ha de entregar lo que el contrato expresamente
penaliza. (…) Por lo tanto, prepárate a cortar la carne. No derrames sangre; no
cortes más ni menos que una libra; pues si cortaras más o menos de una libra
exacta, aunque no fuese más que la vigésima parte de un simple gramo, si la
balanza se moviera el grosor de un cabello, morirás y todos tus bienes serán
confiscados.
Shylock: Entonces, dejadme
marchar.
Porcia: Un momento, las leyes
de Venecia te han cercado por más sitios. Establecen que si se prueba que un
extranjero ha atentado por medios directos o indirectos contra la vida de un
ciudadano, la parte afectada tendrá derecho a la mitad de sus bienes y la otra
mitad corresponderá a las arcas fiscales, y la vida del ofensor quedará
entregada a la clemencia del Dux que decidirá de su destino.
Dux: Para que veas la diferencia entre
tus sentimientos y los nuestros, te perdono la vida antes de que lo pidas.
Shylock: Acepto. (…) Pido
venia para marchar de aquí…
[¿Máxima jurídica
aplicada? Summum ius summa iniuria;
esto es, de la interpretación literal del contrato surgía un “derecho” que era,
a la vez, una injusticia intolerable para el Derecho]
[Publicado en La Semana Jurídica, Nº 284, 17 de Abril de 2006]