George Orwell
Rebelión en la Granja [Animal Farm]
Selección de
Alejandro Vergara Blanco
El señor Jones, propietario de la Granja Manor , cerró
esa noche los gallineros, pero, borracho como estaba no se percató de haber
dejado abiertas las ventanillas. / No bien se hubo apagado la luz del
dormitorio, la granja sufrió un alboroto general. Se había corrido el rumor
durante el día de que el Viejo Mayor, el reproductor porcino premiado, quería
hablar a los demás animales de un raro sueño que había tenido en la noche
precedente.
Se acordó, entonces, realizar una reunión en
el granero principal. Mayor estaba alumbrado por una linterna. Llegaron los
otros animales buscando un lugar donde acomodarse. [los tres perros, después
los cerdos; las gallinas fueron hacia el hueco en las ventanas, las palomas en
las vigas; las ovejas; los caballos de tiro; la cabra blanca; el burro; los patos;
la yegua blanca; la gata; sólo un ausente: el cuervo, dormido plácidamente]
Mayor comenzó a hablarles:
- Camaradas: están enterados ya del singular
sueño que tuve anoche. Hablaré luego de todo eso. Antes debo decir otra cosa.
No creo, camaradas, que permanezca mucho tiempo más entre ustedes y antes de
morir considero un deber transmitirles la experiencia que coseché. Habiendo
vivido tantos años, tuve tiempo suficiente para pensar serenamente mientras
estuve a solas en mi pocilga y me atrevo a afirmar que he comprendido el
sentido de la vida en éste, nuestro mundo, como creo puede hacerlo todo otro
animal viviente y deseo hablarles de todas estas cosas. / “Camaradas: La razón
última de todas nuestras penurias se explica con una única palabra: el Hombre.
Él es el único enemigo real que enfrentamos. / ¿Cuál es entonces la tarea a
realizar? ¡Trabajar noche y día, en cuerpo y alma para derrotar a la especie
humana! A eso apunta mi mensaje, camaradas: ¡Rebelión! / Todos los animales son
camaradas”.
Tres noches después, el Viejo Mayor murió
plácidamente en su lecho de paja. / Durante los meses siguientes se produjo una
intensa actividad secreta. A los animales más inteligentes de la granja, el
discurso de Mayor les había provocado un fuerte impacto haciéndolos ver los
hechos de la vida desde una óptica absolutamente nueva. Si bien desconocían cuándo habría de suceder la Rebelión , pensaban que su
deber era estar preparados para ella. La función de enseñar y organizar a todos
fue la tarea natural de los cerdos, dado que se les reconocía como los más
dotados de inteligencia entre los animales. Entre ellos eran representantes
prominentes dos ejemplares: Snowball y Napoleón.
Así fue que la rebelión se llevó a cabo y con
menos dificultades de lo que hubieran esperado. / La noche de San Juan el señor
Jones se emborrachó. Los peones se largaron olvidando que los animales no
habían recibido su ración de comida; llegó el anochecer y los animales aún no
habían comido. El hambre los enfureció y no resistiendo ya, se rebelaron. La
puerta del depósito de forrajes fue rota a cornadas. Jones llamó a cuatro
peones que, armados de látigos comenzaron a azotar sin consideración a cuanto
animal se cruzara en su camino. / La imprevista insurrección de bestias a las
que estaban acostumbrados a golpear y maltratar a su absoluto arbitrio los
amedrentó de manera de casi hacerles perder la cabeza. En poco tiempo,
abandonando su intento de defenderse debieron escapar. La señora Jones huyó de
la granja tomando otro camino. / Los animales persiguieron a Jones y sus peones
hasta la carretera y, apenas salieron, cerraron violentamente el portón a sus
espaldas con lo que, casi sin que se percataran de lo sucedido, la rebelión
triunfó en toda la línea. Jones había sido expulsado y el control de la “Granja
Manor” estaba, ahora, en sus manos.
Pasaron algunos minutos y aún los animales no
acababan de entender lo que había ocurrido. Por eso su primer acto consistió en
recorrer juntos los límites de la granja, bordeándola.
-Camaradas – dijo Snowball- hay un asunto que
debemos resolver primero. Tachó el letrero “Granja Manor” y en su reemplazo
escribió “Granja Animal”. / Junto a Napoleón, explicaron que, tras sus estudios
de los últimos tres meses, lograron reducir los principios del Animalismo a
sólo siete Mandamientos. / Éstos iban a ser inscritos en la pared; para recordarles
que serían la ley inalterable por la cual deberían regir su conducta de aquí en
más, todos los animales de la “Granja Animal”.
[Publicado en La Semana Jurídica, Nº 352, 6 de Agosto de 2007]