Sr. Rector, Sra.
Directora de la Carrera de Derecho, Sr. Director del Instituto de Derecho de
Minas y Aguas, profesores, colegas y amigos:
Agradezco
profundamente que los organizadores (más bien dicho, las organizadoras) de
estas jornadas me hayan solicitado les dirija unas palabras a los congresistas
y asistentes a este evento académico.
I. Un nuevo estilo
en el derecho minero chileno
La idea original era que yo
pronunciare una conferencia inaugural sobre un tema de derecho minero, como se
estila en este tipo de eventos. He preferido, por dos razones que diré, más bien
dirigir a ustedes unas palabras dedicadas a analizar el tema de la enseñanza
del derecho minero, y contarles algo sobre el aporte que al respecto ha
realizado la Universidad de Atacama, de lo cual yo mismo he sido actor y
testigo.
Decía que las razones para
referirme a esto son dos:
1º Yo mismo cumplí una etapa
en esta Universidad y he preferido personalmente irme retirando, poco a poco,
para que otra generación, de relevo como se llama ella a sí misma, retome lo
que varios hemos iniciado. Ustedes sabrán pronto, según les contaré, lo
efectivo de esto.
De este modo, puedo tener la
oportunidad de dejar un testimonio de la forma en que se ha producido esta
tradición académica del derecho minero en la Universidad de Atacama, y sobre el
papel que a cada cual le correspondió hacer. De ese modo, dado que las
Universidades viven de la tradición, pues ellas mismas son tradición, los
universitarios debemos ofrecer testimonio escrito de cómo se han ido sucediendo
las cosas. Por lo tanto, pienso que el testimonio de cada universitario es
valioso, por modesto que sea, y así yo siento mis palabras, y yo deseo entregarlo
ante todo, en este momento de cambios en esta Universidad, pues si bien algunos
podemos irnos de ella, a pesar de cumplir otros papeles, hay otros que están
llamados a profundizar las tradiciones.
Y por cierto, según diré, ya
nadie puede dejar de considerar a esta Universidad como el sitio en donde hace
algo más de una década, se inicio una tradición de especialización en el
derecho minero, y el lugar que en el tema ocupa actualmente la Universidad de
Atacama, en el concierto de las universidades chilenas, es indiscutido.
2º La segunda razón para no
hablarles en el día de hoy de derecho minero, o de alguna institución, o de
alguna interpretación legal, fue con el objeto de transmitirles mi convicción
profunda de pedirles que, al iniciar esta nueva tradición en el derecho minero
nacional, esto es, iniciar las Jornadas de Derecho Minero, en su primera
versión, lo hagamos también con un nuevo espíritu, con un espíritu
universitario, sin que nadie se sienta por sobre el otro, ni con la posibilidad
ilegítima desde el punto de vista moral de excluir a otros del diálogo. Y el
diálogo, abierto, franco, quizás confrontacional, pero respetuoso, quisiera que
se iniciase mañana, en que todos podamos participar en un mismo nivel de
posibilidades, sin que nadie se sienta excluido ni con privilegios o derechos
superiores a los demás. Somos todos pares, en la Universidad y, ahora, en la
especialidad.
Quienes han sido mis alumnos,
de los que están en esta sala, sabrán comprender este imperativo que siento.
Deben recordar que siempre, al inicio de mis cursos de derecho minero, les
aclaraba que jamás el intento de un profesor debe estar dirigido a sobreponer
su experiencia y sus teorías a los alumnos, y casi obligarlos a suscribir las
posiciones del profesor. Mi interés como académico siempre ha estado dirigido a
que mis alumnos adquieran “discernimiento”, esto es, que maduren en la
disciplina, teniendo sus propios pensamientos.
Por eso, en esta tarde,
quisiera que todos los que están aquí, en especial mis queridos ex alumnos, me
tengan sólo como uno más ante ellos, y sólo el día de mañana, cuando me
corresponda, me dejen hablar sobre derecho minero, en el tema que yo haya
elegido, para después de realizada esa exposición, someterme al fuego cruzado
de sus observaciones críticas.
Hoy quisiera dar testimonios
sobre cómo ha ido surgiendo el derecho minero en esta Universidad.
II. EI Derecho
Minero en la Universidad de Atacama
El Derecho Minero en la
Universidad de Atacama está ligado fundamentalmente a dos nombres: a Mario
Maturana Claro y a Carlos Ruiz Bourgeois; y los menciono en este orden, para ser
preciso en la cronología.
a) El papel de Mario Maturana
Claro
En el año 1985 fue Mario
Maturana Claro quien tuvo la feliz idea de iniciar un programa de estudios especializados
en derecho de minería, en la época en que era secretario general de esta
Universidad, para lo cual se puso en contacto con la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, y en especial con don Carlos Ruiz Bourgeois, quien fue su
profesor de derecho minero en la época en que cursó sus estudios.
Y así se da comienzo a los
estudios de derecho minero en Copiapó, y que se han desarrollado de la manera
en que todos ustedes saben.
Desde esa época, y hasta
ahora, el posterior rector Mario Maturana Claro no ha dejado de impulsar estos
estudios, profundizando cada vez más la acción de la Universidad de Atacama, en
lo que relatare más adelante: la creación de un Instituto, y de una revista
especializada. Y ahora, acogiendo una sugerencia que me alegro de haber dado,
con el inicio de esta tradición de congresos académicos.
Aunque les parezca algo
desusado, quisiera contarles cómo conocí a Mario Maturana Claro, lo que fue
obra de la Providencia. Pude, a partir del primer momento, gozar del privilegio
de trabajar junto a un universitario de nota, y de conocer a un hombre de bien;
hoy un amigo. En 1989, recién venía yo llegando del extranjero, después de
haber hecho una tesis doctoral sobre derecho minero, y el azar nos juntó en un seminario
de legislación minera organizado por el Colegio de Contadores, en Santiago. Ese
mismo día Mario Maturana Claro se entusiasmó con mi tesis doctoral; al otro día
le di una fotocopia (se trataba de un “ladrillo” de 800 páginas). A los pocos
días me llamó por teléfono, y me pidió que nos juntáramos en Santiago con don
Carlos Ruiz Bourgeois, a quien yo venía recién conociendo personalmente. Fruto
de estas conversaciones resultó que a partir de ese mismo año, comencé a hacer
clases en el Magister de Derecho Minero, junto a don Carlos Ruiz Bourgeois, lo
que fue para mí un gran honor. También el entusiasmo de Mario Maturana Claro por
la tesis, nos llevó de inmediato a la Editorial Jurídica de Chile, con un
informe de don Carlos Ruiz Bourgeois, y el patrocinio de la Universidad de
Atacama, de la que resultó el libro Principios y sistema
del derecho minero, de 1992. Bueno, estoy
consciente que algunos ex alumnos preferirían no
haber conocido jamás ese libro.
b) El papel de
Carlos Ruiz Bourgeois
Este relato nos entronca con
la segunda personalidad fundamental para el derecho minero en la Universidad de
Atacama: con ese gran hombre que fue don Carlos Ruiz Bourgeois.
Desde un inicio, don Carlos,
que pertenecía a otra generación, siendo respetuoso como era él, no lograba aceptar
fácilmente posiciones distintas en el derecho minero. Pero aquí hay un rasgo de
grandeza: él percibía perfectamente que en mi pensamiento, y, en especial, en
ese libro mío, existían planteamientos distintos a los suyos, pero eso no
impidió que él apoyara decididamente su edición por la Editorial jurídic de
Chile, emitiendo un informe muy conceptuoso.
También, a partir del año
1990, y hasta hace pocos años, compartimos con don Carlos Ruiz Bourgeois,
cursos paralelos de derecho minero en la Universidad Gabriela Mistral, en lo
que fue una riquísima experiencia, sobre todo en los exámenes finales de cada
año, de los que podría contarles muchas anécdotas. Ahí también aparece otro
nombre, que también ha tenido importancia en la Universidad de Atacama: Hipólito
Zañartu Rosselot. Él era ayudante de don Carlos, y pronto nació una amistad
entre nosotros, la que hoy considero parte de mi patrimonio personal. Además,
para nadie es desconocida la capacidad y experiencia de este representante de
la generación de relevo del derecho minero, y a quién le ha correspondido en
los últimos años continuar con la tarea de don Carlos, y con la mía propia, en
conjunto con Mario Maturana Claro y al excepcional equipo del Instituto de
Derecho de Minas y Aguas.
Vuelvo atrás: a partir de
1990 se sucedieron grandes experiencias en la Universidad de Atacama, siendo
don Carlos Ruiz quien nos traspasaría su entusiasmo y sapiencia, para fundar
ese año el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, y la Revista del mismo
nombre.
Y, a partir de aquí, de
espectador paso yo mismo a ser actor.
III. El Instituto
de Derecho de Minas y Aguas y la Revista de Derecho de Minas y Aguas
El año 1990, en una calurosa
tarde de verano (enero), en esta misma ciudad, se decidió crear la Revista de Derecho
de Minas y Aguas y el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, el que sería
fundado en 1992.
La verdad, es que me siento
plenamente responsable de ello, y sobre todo del agregado “y aguas”, pues ya no
es un secreto para nadie mi dedicación bifronte a ambas disciplinas.
Don Carlos estuvo muy de
acuerdo con agregar las aguas a las minas, pues, como él mismo lo decía, los
abogados mineros siempre tienen que saber, al mismo tiempo, algo de derecho de aguas,
por la necesidad evidente de tal recurso para los procesos mineros. Así comenzó
su andadura el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, y luego la Revista. Me
siento responsable igualmente de haber insistido en que su primer funcionamiento
fuese en Santiago, no sólo porque Mario Maturana Claro y Carlos Ruiz Bourgeois me
habían pedido dirigir el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, sino también
dado que la “clientela” regional tendía a agotarse, y era difícil llevar
adelante un programa más profundo de enseñanza del derecho minero, con clases
más intensas, en una ciudad alejada del centro. En todo caso, esté el Instituto
de Derecho de Minas y Aguas, en Santiago, o donde sea, siempre ha llevado
adelante el nombre de la Universidad de Atacama.
Desde su fundación, el año
1992 y hasta el año 1996, el Instituto de Derecho de Minas y Aguas estuvo a mi
cargo, y lo dirigí con el objetivo de entregar al mismo tiempo esas tres
grandes acciones universitarias: una docencia especializada; una investigación
en la disciplina; y una extensión, consistente, precisamente, en las Revistas
que ustedes conocen, y hoy concretizada en unas jornadas organizadas por los
actuales responsables en este evento académico.
El impacto que han producido
en el concierto universitario y profesional chileno estas acciones concretas es
un balance que debe hacerse en estos precisos instantes, en que la Universidad
de Atacama comienza una nueva andadura, con un nuevo rector. Yo por mi parte,
sólo ruego que esta tradición universitaria sea profundizada y mejora da, pues
es un patrimonio de todos.
El ejemplo que ha dado esta
universidad regional, la que muchas veces se siente modesta de frente a los dos
monstruos universitarios santiaguinos, es relevante.
Existen ya varios cientos de
egresados que sabrán evaluar la enseñanza recibida. Desde bibliotecas públicas
y privadas, los investigadores y profesionales sabrán evaluar el aporte que a
la disciplina ha prestado la Revista de Derecho de Minas y Aguas, hoy devenida
en la disciplina, Revista de Derecho de Minas.
Yo sólo quiero decir que me
siento honrado de haber participado como lo hice en estas acciones
universitarias emprendidas por la Universidad de Atacama, en un trabajo de
equipo, en que unos fuimos relevando a otros, y otros nos van a ir relevando a
nosotros mismos; en que es más notorio el objetivo universitario que la gloria
personal.
Quiero, en este instante,
también dar gracias a quienes desde esta universidad depositaron su confianza
en mi dirección de unas acciones académicas, y siguen depositándola en la
dirección de las revistas de derecho de minas y aguas que siguen bajo mi
dirección hasta hoy.
Éste es indudablemente el
legado académico de una pléyade de universitarios que hemos sido honrados por
la Providencia a cumplir un papel dirigido a provocar un estado de situación especial
en el derecho minero de nuestro país: en sentirnos capaces de llamarnos
especialistas en algo gracias a nuestro esfuerzo personal.
He querido hablarles de
personas, pues las instituciones la conforman personas, y ellas con su accionar
producen tradiciones. Es ya tradicional el papel que en el derecho minero tiene
esta universidad, y he querido contarles a ustedes mi profunda emoción de haber
participado en ello, junto a estos dos hombres de excepción: Carlos Ruiz
Bourgeois y Mario Maturana Claro. A ustedes les corresponde seguir su camino.
IV. Las Primeras Jornadas de
Derecho Minero
En fin, unas palabras
respecto de las Jornadas de Derecho Minero.
Su inicio marca una nueva
etapa en el derecho minero en nuestro país y nace con el mismo sello de las
acciones que anteriormente ha realizado la Universidad de Atacama: el de una
tradición genuinamente universitaria. Me siento igualmente honrado de haber
encontrado nuevamente respuesta en esta Universidad, al haber promovido su
inicio. Igualmente me he sentido responsable de esta sugerencia mía.
El hecho de ser las
“primeras” Jornadas implica dos cosas:
1º Es un intento, una prueba,
el comienzo de algo desconocido en nuestra disciplina. Y al iniciarlo debemos
comprender todos sus aspectos positivos y negativos, y entre todos provocar su
mejoría inmediata. Ya habrá tiempo para corregir más profundamente.
2º Es un inicio, y eso
implica un cierto compromiso por su continuidad, bajo el alero de una tradición
universitaria, o de una sociedad que reúna, sin exclusiones, a todos los
cultores del derecho minero: una “Sociedad chilena de derecho minero”, que como
en las especialidades científicas, van cuidando interuniversitariamente los
avances de la disciplina.
Ojalá podamos llevar adelante
ese acuerdo, esa Sociedad, de una manera implícita o formalmente, para que así
el patrimonio del conocimiento, del saber, de las discusiones, sea de todos, y
no de unos pocos. La madurez científica de un país se nota en sus tradiciones
científicas: sigamos adelante, entonces con este magnífico ejemplo de la
Universidad de Atacama.
[Publicado en Revista de Derecho de Minas, Vol. IX, 1998]