19 de noviembre de 1998

La nueva enseñanza del Derecho minero: el ejemplo de la universidad de Atacama



Sr. Rector, Sra. Directora de la Carrera de Derecho, Sr. Director del Instituto de Derecho de Minas y Aguas, profesores, colegas y amigos:

Agradezco profundamente que los organizadores (más bien dicho, las organizadoras) de estas jornadas me hayan solicitado les dirija unas palabras a los congresistas y asistentes a este evento académico.

I. Un nuevo estilo en el derecho minero chileno

La idea original era que yo pronunciare una conferencia inaugural sobre un tema de derecho minero, como se estila en este tipo de eventos. He preferido, por dos razones que diré, más bien dirigir a ustedes unas palabras dedicadas a analizar el tema de la enseñanza del derecho minero, y contarles algo sobre el aporte que al respecto ha realizado la Universidad de Atacama, de lo cual yo mismo he sido actor y testigo.

Decía que las razones para referirme a esto son dos:

1º Yo mismo cumplí una etapa en esta Universidad y he preferido personalmente irme retirando, poco a poco, para que otra generación, de relevo como se llama ella a sí misma, retome lo que varios hemos iniciado. Ustedes sabrán pronto, según les contaré, lo efectivo de esto.

De este modo, puedo tener la oportunidad de dejar un testimonio de la forma en que se ha producido esta tradición académica del derecho minero en la Universidad de Atacama, y sobre el papel que a cada cual le correspondió hacer. De ese modo, dado que las Universidades viven de la tradición, pues ellas mismas son tradición, los universitarios debemos ofrecer testimonio escrito de cómo se han ido sucediendo las cosas. Por lo tanto, pienso que el testimonio de cada universitario es valioso, por modesto que sea, y así yo siento mis palabras, y yo deseo entregarlo ante todo, en este momento de cambios en esta Universidad, pues si bien algunos podemos irnos de ella, a pesar de cumplir otros papeles, hay otros que están llamados a profundizar las tradiciones.

Y por cierto, según diré, ya nadie puede dejar de considerar a esta Universidad como el sitio en donde hace algo más de una década, se inicio una tradición de especialización en el derecho minero, y el lugar que en el tema ocupa actualmente la Universidad de Atacama, en el concierto de las universidades chilenas, es indiscutido.

2º La segunda razón para no hablarles en el día de hoy de derecho minero, o de alguna institución, o de alguna interpretación legal, fue con el objeto de transmitirles mi convicción profunda de pedirles que, al iniciar esta nueva tradición en el derecho minero nacional, esto es, iniciar las Jornadas de Derecho Minero, en su primera versión, lo hagamos también con un nuevo espíritu, con un espíritu universitario, sin que nadie se sienta por sobre el otro, ni con la posibilidad ilegítima desde el punto de vista moral de excluir a otros del diálogo. Y el diálogo, abierto, franco, quizás confrontacional, pero respetuoso, quisiera que se iniciase mañana, en que todos podamos participar en un mismo nivel de posibilidades, sin que nadie se sienta excluido ni con privilegios o derechos superiores a los demás. Somos todos pares, en la Universidad y, ahora, en la especialidad.

Quienes han sido mis alumnos, de los que están en esta sala, sabrán comprender este imperativo que siento. Deben recordar que siempre, al inicio de mis cursos de derecho minero, les aclaraba que jamás el intento de un profesor debe estar dirigido a sobreponer su experiencia y sus teorías a los alumnos, y casi obligarlos a suscribir las posiciones del profesor. Mi interés como académico siempre ha estado dirigido a que mis alumnos adquieran “discernimiento”, esto es, que maduren en la disciplina, teniendo sus propios pensamientos.
Por eso, en esta tarde, quisiera que todos los que están aquí, en especial mis queridos ex alumnos, me tengan sólo como uno más ante ellos, y sólo el día de mañana, cuando me corresponda, me dejen hablar sobre derecho minero, en el tema que yo haya elegido, para después de realizada esa exposición, someterme al fuego cruzado de sus observaciones críticas.

Hoy quisiera dar testimonios sobre cómo ha ido surgiendo el derecho minero en esta Universidad.

II. EI Derecho Minero en la Universidad de Atacama

El Derecho Minero en la Universidad de Atacama está ligado fundamentalmente a dos nombres: a Mario Maturana Claro y a Carlos Ruiz Bourgeois; y los menciono en este orden, para ser preciso en la cronología.

a) El papel de Mario Maturana Claro

En el año 1985 fue Mario Maturana Claro quien tuvo la feliz idea de iniciar un programa de estudios especializados en derecho de minería, en la época en que era secretario general de esta Universidad, para lo cual se puso en contacto con la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, y en especial con don Carlos Ruiz Bourgeois, quien fue su profesor de derecho minero en la época en que cursó sus estudios.

Y así se da comienzo a los estudios de derecho minero en Copiapó, y que se han desarrollado de la manera en que todos ustedes saben.

Desde esa época, y hasta ahora, el posterior rector Mario Maturana Claro no ha dejado de impulsar estos estudios, profundizando cada vez más la acción de la Universidad de Atacama, en lo que relatare más adelante: la creación de un Instituto, y de una revista especializada. Y ahora, acogiendo una sugerencia que me alegro de haber dado, con el inicio de esta tradición de congresos académicos.

Aunque les parezca algo desusado, quisiera contarles cómo conocí a Mario Maturana Claro, lo que fue obra de la Providencia. Pude, a partir del primer momento, gozar del privilegio de trabajar junto a un universitario de nota, y de conocer a un hombre de bien; hoy un amigo. En 1989, recién venía yo llegando del extranjero, después de haber hecho una tesis doctoral sobre derecho minero, y el azar nos juntó en un seminario de legislación minera organizado por el Colegio de Contadores, en Santiago. Ese mismo día Mario Maturana Claro se entusiasmó con mi tesis doctoral; al otro día le di una fotocopia (se trataba de un “ladrillo” de 800 páginas). A los pocos días me llamó por teléfono, y me pidió que nos juntáramos en Santiago con don Carlos Ruiz Bourgeois, a quien yo venía recién conociendo personalmente. Fruto de estas conversaciones resultó que a partir de ese mismo año, comencé a hacer clases en el Magister de Derecho Minero, junto a don Carlos Ruiz Bourgeois, lo que fue para mí un gran honor. También el entusiasmo de Mario Maturana Claro por la tesis, nos llevó de inmediato a la Editorial Jurídica de Chile, con un informe de don Carlos Ruiz Bourgeois, y el patrocinio de la Universidad de Atacama, de la que resultó el libro Principios y sistema del derecho minero, de 1992. Bueno, estoy consciente que algunos ex alumnos preferirían no haber conocido jamás ese libro.

b) El papel de Carlos Ruiz Bourgeois

Este relato nos entronca con la segunda personalidad fundamental para el derecho minero en la Universidad de Atacama: con ese gran hombre que fue don Carlos Ruiz Bourgeois.

Desde un inicio, don Carlos, que pertenecía a otra generación, siendo respetuoso como era él, no lograba aceptar fácilmente posiciones distintas en el derecho minero. Pero aquí hay un rasgo de grandeza: él percibía perfectamente que en mi pensamiento, y, en especial, en ese libro mío, existían planteamientos distintos a los suyos, pero eso no impidió que él apoyara decididamente su edición por la Editorial jurídic de Chile, emitiendo un informe muy conceptuoso.

También, a partir del año 1990, y hasta hace pocos años, compartimos con don Carlos Ruiz Bourgeois, cursos paralelos de derecho minero en la Universidad Gabriela Mistral, en lo que fue una riquísima experiencia, sobre todo en los exámenes finales de cada año, de los que podría contarles muchas anécdotas. Ahí también aparece otro nombre, que también ha tenido importancia en la Universidad de Atacama: Hipólito Zañartu Rosselot. Él era ayudante de don Carlos, y pronto nació una amistad entre nosotros, la que hoy considero parte de mi patrimonio personal. Además, para nadie es desconocida la capacidad y experiencia de este representante de la generación de relevo del derecho minero, y a quién le ha correspondido en los últimos años continuar con la tarea de don Carlos, y con la mía propia, en conjunto con Mario Maturana Claro y al excepcional equipo del Instituto de Derecho de Minas y Aguas.

Vuelvo atrás: a partir de 1990 se sucedieron grandes experiencias en la Universidad de Atacama, siendo don Carlos Ruiz quien nos traspasaría su entusiasmo y sapiencia, para fundar ese año el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, y la Revista del mismo nombre.

Y, a partir de aquí, de espectador paso yo mismo a ser actor.

III. El Instituto de Derecho de Minas y Aguas y la Revista de Derecho de Minas y Aguas

El año 1990, en una calurosa tarde de verano (enero), en esta misma ciudad, se decidió crear la Revista de Derecho de Minas y Aguas y el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, el que sería fundado en 1992.

La verdad, es que me siento plenamente responsable de ello, y sobre todo del agregado “y aguas”, pues ya no es un secreto para nadie mi dedicación bifronte a ambas disciplinas.

Don Carlos estuvo muy de acuerdo con agregar las aguas a las minas, pues, como él mismo lo decía, los abogados mineros siempre tienen que saber, al mismo tiempo, algo de derecho de aguas, por la necesidad evidente de tal recurso para los procesos mineros. Así comenzó su andadura el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, y luego la Revista. Me siento responsable igualmente de haber insistido en que su primer funcionamiento fuese en Santiago, no sólo porque Mario Maturana Claro y Carlos Ruiz Bourgeois me habían pedido dirigir el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, sino también dado que la “clientela” regional tendía a agotarse, y era difícil llevar adelante un programa más profundo de enseñanza del derecho minero, con clases más intensas, en una ciudad alejada del centro. En todo caso, esté el Instituto de Derecho de Minas y Aguas, en Santiago, o donde sea, siempre ha llevado adelante el nombre de la Universidad de Atacama.

Desde su fundación, el año 1992 y hasta el año 1996, el Instituto de Derecho de Minas y Aguas estuvo a mi cargo, y lo dirigí con el objetivo de entregar al mismo tiempo esas tres grandes acciones universitarias: una docencia especializada; una investigación en la disciplina; y una extensión, consistente, precisamente, en las Revistas que ustedes conocen, y hoy concretizada en unas jornadas organizadas por los actuales responsables en este evento académico.

El impacto que han producido en el concierto universitario y profesional chileno estas acciones concretas es un balance que debe hacerse en estos precisos instantes, en que la Universidad de Atacama comienza una nueva andadura, con un nuevo rector. Yo por mi parte, sólo ruego que esta tradición universitaria sea profundizada y mejora da, pues es un patrimonio de todos.

El ejemplo que ha dado esta universidad regional, la que muchas veces se siente modesta de frente a los dos monstruos universitarios santiaguinos, es relevante.

Existen ya varios cientos de egresados que sabrán evaluar la enseñanza recibida. Desde bibliotecas públicas y privadas, los investigadores y profesionales sabrán evaluar el aporte que a la disciplina ha prestado la Revista de Derecho de Minas y Aguas, hoy devenida en la disciplina, Revista de Derecho de Minas.

Yo sólo quiero decir que me siento honrado de haber participado como lo hice en estas acciones universitarias emprendidas por la Universidad de Atacama, en un trabajo de equipo, en que unos fuimos relevando a otros, y otros nos van a ir relevando a nosotros mismos; en que es más notorio el objetivo universitario que la gloria personal.

Quiero, en este instante, también dar gracias a quienes desde esta universidad depositaron su confianza en mi dirección de unas acciones académicas, y siguen depositándola en la dirección de las revistas de derecho de minas y aguas que siguen bajo mi dirección hasta hoy.

Éste es indudablemente el legado académico de una pléyade de universitarios que hemos sido honrados por la Providencia a cumplir un papel dirigido a provocar un estado de situación especial en el derecho minero de nuestro país: en sentirnos capaces de llamarnos especialistas en algo gracias a nuestro esfuerzo personal.

He querido hablarles de personas, pues las instituciones la conforman personas, y ellas con su accionar producen tradiciones. Es ya tradicional el papel que en el derecho minero tiene esta universidad, y he querido contarles a ustedes mi profunda emoción de haber participado en ello, junto a estos dos hombres de excepción: Carlos Ruiz Bourgeois y Mario Maturana Claro. A ustedes les corresponde seguir su camino.

IV. Las Primeras Jornadas de Derecho Minero

En fin, unas palabras respecto de las Jornadas de Derecho Minero.

Su inicio marca una nueva etapa en el derecho minero en nuestro país y nace con el mismo sello de las acciones que anteriormente ha realizado la Universidad de Atacama: el de una tradición genuinamente universitaria. Me siento igualmente honrado de haber encontrado nuevamente respuesta en esta Universidad, al haber promovido su inicio. Igualmente me he sentido responsable de esta sugerencia mía.

El hecho de ser las “primeras” Jornadas implica dos cosas:

1º Es un intento, una prueba, el comienzo de algo desconocido en nuestra disciplina. Y al iniciarlo debemos comprender todos sus aspectos positivos y negativos, y entre todos provocar su mejoría inmediata. Ya habrá tiempo para corregir más profundamente.

2º Es un inicio, y eso implica un cierto compromiso por su continuidad, bajo el alero de una tradición universitaria, o de una sociedad que reúna, sin exclusiones, a todos los cultores del derecho minero: una “Sociedad chilena de derecho minero”, que como en las especialidades científicas, van cuidando interuniversitariamente los avances de la disciplina.


Ojalá podamos llevar adelante ese acuerdo, esa Sociedad, de una manera implícita o formalmente, para que así el patrimonio del conocimiento, del saber, de las discusiones, sea de todos, y no de unos pocos. La madurez científica de un país se nota en sus tradiciones científicas: sigamos adelante, entonces con este magnífico ejemplo de la Universidad de Atacama.



[Publicado en Revista de Derecho de Minas, Vol. IX, 1998]