13 de agosto de 2007

Corrupción del poder y el derecho (II)


George Orwell 
Rebelión en la Granja [Animal Farm]

Selección de Alejandro Vergara Blanco



            [Los Mandamientos quedaron escritos sobre la pared con letras muy grandes, que podían leerse sin dificultad a mucha distancia. La inscripción decía así:]

“Los siete mandamientos
1) Todo lo que camina sobre dos pies es enemigo
2) Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
3) Ningún animal usará ropa.
4) Ningún animal dormirá en una cama.
5) Ningún animal beberá alcohol.
6) Ningún animal matará a otro animal.
7) Todos los animales son iguales.”
           
Snowball lo leyó en voz alta para que lo oyeran todos, tras lo cual los animales asintieron con una inclinación de la cabeza que denotaba su absoluta conformidad, mientras los más inteligentes comenzaron rápidamente a aprenderse de memoria los Mandamientos.
           
Durante todo el verano, el trabajo se desarrolló sin inconvenientes. Los animales eran felices como nunca hubieran imaginado que podían llegar a serlo. / Hubo  clases de lectura y escritura, que fueron un gran éxito. Hacia el otoño la amplia mayoría de los animales, en grado mayor o menor, tenían alguna instrucción. /

Hubo algunas controversias, pero de todas ellas ninguna fue tan larga y enconada como la que giró alrededor del molino de viento. / En una extensa pradera, había una pequeña loma que resultaba ser el lugar más elevado de la granja. Tras un estudio del terreno, Snowball dijo que éste era el lugar ideal para levantar un molino de viento, con el que se podía hacer funcionar un dínamo que suministraría electricidad a la granja dando luz a las cuadras de los animales y las calentaría en invierno, y que además haría funcionar una sierra circular, una desgranadora, una cortadora, una ordeñadora eléctrica, etc. / Algunas semanas después, los planos para el molino de viento estaban listos.

El proyecto del molino dividió las opiniones en la granja.

Se acordó que en Reunión se iba a poner a votación la decisión de iniciar la construcción del molino.

Estando reunidos los animales en el granero principal, Snowball expuso sus razones para alentar la construcción del molino. Luego Napoleón se levantó para responderle diciendo que el molino era una tontería, aconsejando que nadie lo votara. Snowball se puso de pie y desgranó un alegato apasionado a favor el molino, y su elocuencia ganó para sí las opiniones. Cuando dejó de hablar, se podía saber cuál sería el resultado de la votación.

Fue entonces que se levantó Napoleón, lanzó un chillido estridente,  y nueve gigantescos perros se abalanzaron sobre Snowball que salió disparado de su sitio en el exacto tiempo de esquivar las feroces dentelladas. / Nadie había imaginado de dónde vinieron aquellas bestias, pero el enigma se aclaró enseguida; se trataba de los cachorros que Napoleón había arrebatado a sus madres criándolos en cautiverio.

En seguida Napoleón, con los perros escoltándolo, pronunció su recordado discurso y anunció que en el futuro aquellas cuestiones que hicieran al gobierno de la granja serían resueltas por una comisión especial de cerdos, que él presidiría. Reunidos en consejo comunicarían sus decisiones a los demás. Los animales se reunirían los domingos de mañana para saludar la bandera, cantar y recibir órdenes a cumplir en la semana; y que los debates ya no se realizarían. (…) [Así surgió el “gobierno” de Napoleón]

Tiempo después, cuando ya pocos o ninguno recordaban el terror de las ejecuciones, una parte de los animales recordó –o creyó recordar- que el sexto mandamiento. Flotaba sobre todos ellos la sensación de que las matanzas no lo obedecían. Pero ahora el sexto decía así: “Ningún animal matará a otro animal sin motivo”

            En abril, “Granja Animal” se proclamó República, y hubo que elegir Presidente. Hubo un único aspirante Napoleón, que fue electo por unanimidad. / Pasaron los años y las estaciones se sucedieron sin interrupción. / Napoleón se había convertido en un maduro cerdo de ciento cincuenta kilos. / Una tarde los mandamientos se habían reducido a uno y éste decía:

            Todos los animales son iguales,
            pero algunos animales
            son más iguales que otros

         Después de leer eso no les fue extraño que al día siguiente los cerdos que supervisaban el trabajo, llevaran un látigo en su mano.




[Publicado en La Semana Jurídica, Nº 353, 13 de Agosto de 2007]