3 de abril de 2013

Edición deficitaria de libros jurídicos



En una interesante columna de ayer, en respuesta a una mía anterior, el profesor José Joaquín Ugarte señala que sería un error la disolución de la Editorial Jurídica de Chile. Resalta la labor que le cupo a su ilustre padre, don Jorge Ugarte Vial, en la creación de esa editorial. Igualmente, dedica amables palabras a mi padre, Ciro Vergara Duplaquet, autor de un antiguo texto de derecho de aguas; lo que agradezco. Me identifica como director de una colección de tratados de una editorial privada; condición que ya no ostento.

En suma, estima que esa empresa fiscal debe ser objeto de salvataje, dada su trayectoria. Me temo que, a pesar de tan documentado y bien inspirado texto, la proyectada disolución de esa empresa es adecuada.

Primero, cabe razonar si existe algún interés común que justifique mantener, con el dinero de todos, una empresa fiscal deficitaria; a juicio del ilustre profesor ese interés común sería la necesidad de editar obras jurídicas de excelencia. Entonces, estamos de acuerdo en cuanto al fin, pero no en el medio para lograrlo. Este es un fin deseable no sólo para la ciencia jurídica, sino para toda disciplina universitaria, y yo no veo que la ingeniería o la economía, u otras ciencias, exijan la mantención de una empresa editorial deficitaria para su promoción cultural. Los dineros públicos sólo pueden invertirse en un fin como éste sólo de modo subsidiario, en aquellos casos en que la iniciativa de la empresa privada deje de editar libros de excelencia, y un buen medio es a través de fondos concursables para libros jurídicos, como lo editorializó este diario antes de ayer. Ese es un modo más focalizado y efectivo para editar libros jurídicos canónicos (en el sentido de Bloom) y buenas tesis de grado o doctorales, tratados y monografías de alto estándar, elegidos por una comisión interuniversitaria e interdisciplinaria de juristas.

En segundo lugar, precisa el profesor Ugarte que el tema de la edición oficial de los códigos es lo menos importante de la editorial. Entonces, pareciera que hay acuerdo en que esta tarea es razonable que el Senado proponga entregársela a la Biblioteca del Congreso Nacional.


En fin, la Editorial Jurídica de Chile prestó un innegable servicio a la cultura jurídica chilena, y sus aportes pueden ser rescatados, por ejemplo, mediante la creación de un fondo bibliográfico electrónico. Esa sería una encomiable tarea que también cabria entregar a la señalada Biblioteca.



[Publicado en El Mercurio (Cartas al Director), 3 de abril de 2013]