En una interesante columna de ayer, en
respuesta a una mía anterior, el profesor José Joaquín Ugarte señala que sería
un error la disolución de la Editorial Jurídica de Chile. Resalta la labor que
le cupo a su ilustre padre, don Jorge Ugarte Vial, en la creación de esa
editorial. Igualmente, dedica amables palabras a mi padre, Ciro Vergara
Duplaquet, autor de un antiguo texto de derecho de aguas; lo que agradezco. Me
identifica como director de una colección de tratados de una editorial privada;
condición que ya no ostento.
En suma, estima que esa empresa fiscal debe
ser objeto de salvataje, dada su trayectoria. Me temo que, a pesar de tan documentado
y bien inspirado texto, la proyectada disolución de esa empresa es adecuada.
Primero, cabe razonar si existe algún interés
común que justifique mantener, con el dinero de todos, una empresa fiscal
deficitaria; a juicio del ilustre profesor ese interés
común sería la necesidad de editar obras jurídicas de excelencia. Entonces,
estamos de acuerdo en cuanto al fin, pero no en el medio para lograrlo. Este es
un fin deseable no sólo para la ciencia jurídica, sino para toda disciplina
universitaria, y yo no veo que la ingeniería o la economía, u otras ciencias,
exijan la mantención de una empresa editorial deficitaria para su promoción
cultural. Los dineros públicos sólo pueden invertirse en un fin como éste sólo
de modo subsidiario, en aquellos casos en que la iniciativa de la empresa
privada deje de editar libros de excelencia, y un buen medio es a través de
fondos concursables para libros jurídicos, como lo editorializó este diario
antes de ayer. Ese es un modo más focalizado y efectivo para editar libros jurídicos
canónicos (en el sentido de Bloom) y buenas tesis de grado o doctorales,
tratados y monografías de alto estándar, elegidos por una comisión
interuniversitaria e interdisciplinaria de juristas.
En segundo lugar, precisa el profesor
Ugarte que el tema de la edición oficial de los códigos es lo menos importante
de la editorial. Entonces, pareciera que hay acuerdo en que esta tarea es
razonable que el Senado proponga entregársela a la Biblioteca del Congreso
Nacional.
En fin, la Editorial Jurídica de Chile
prestó un innegable servicio a la cultura jurídica chilena, y sus aportes
pueden ser rescatados, por ejemplo, mediante la creación de un fondo
bibliográfico electrónico. Esa sería una encomiable tarea que también cabria
entregar a la señalada Biblioteca.
[Publicado en El Mercurio (Cartas al Director), 3 de abril de 2013]